martes, 26 de agosto de 2008

La sospecha de mi aptitud investigativa.

“Para que el docente pueda realizar investigación pedagógica requiere que cultive su pensamiento reflexivo y práctico para descifrar los significados y sentidos de las vivencias permanentes que se presentan en los espacios escolares”.
..................................................Licenciatura en Matemáticas
.................................Socialización: Módulo de Investigación
..........................................Universidad Católica de Manizales
..........................................................................Abril 12 de 2008

Pensarse a uno mismo, pensarse su existencia y momento actual. ¿Qué me tiene aquí? ¿Por qué estoy en este momento de vida? ¿Es mi práctica docente, mi decisión de enseñar , mi “trabajo” el pretexto para vivir feliz? ¿Es mi opción de vida la de ser un pedagogo, un develador de los códigos ocultos de las matemáticas por medio de su enseñanza, la manera como escogí mi papel de transformar el mundo y la humanidad? Pensar en esto hace parte de mi reflexión frecuente. Responder estos interrogantes me lleva a cultivar mi pensamiento y enriquecerlo con “el estado del arte”. La universidad está corrigiendo a palazos mis concepciones. Cultivo mi esencia y mi existencia con el escudriñar de mundos viejos, presentes y los que vienen. Devoro, o por lo menos inicio haciéndolo, todo aquello que aparece escrito acerca de la enseñanza, acerca de la pedagogía. Es placentero poder adquirir habilidades que me permitan descifrarle al otro lo que no le es claro. En un principio pensé que esto de empaparme de otros y conocer del ambiente de la reflexión educativa, no era importante. Solo bastaba con sentarme días enteros a “tragar” libros y resolver problemas. Hoy, con las pinceladas a manera de cura para mis heridas abiertas (resultado de esta paliza), empiezo a entender lo importante que es sumergirme en otros campos de conocimiento que aporten a mi actuar como maestro.

Todo lo pienso, todo lo observo, quiero medirlo, deseo evaluarlo y poder concluir acerca de lo educativo. Formulo supuestos, pero soy consciente ahora que otros estuvieron en este mismo momento y dejaron para la eternidad sus interrogantes. ¿Será falta de cultura? ¿Cuándo, en mi ambiente de escolaridad, me enseñaron a investigar? La verdad, mi espíritu investigador (he llegado a esa conclusión, pues siempre me encuentro inquieto por dar respuesta a la infinidad de interrogantes en mi papel como educador) viene desde mi infancia. Recuerdo haber desarmado una radio para sacar los “hombrecitos que hablaban” . Inició mi curiosidad, lo que ahora puedo llamar mi sed de interrogantes y respuestas.

Preguntar con propósitos claros, indagar con un objetivo construido. Es reflexionar motivado por el evento que se desconoce, su existencia y causas que lo generan, la Pregunta Problematizadora. Hoy, y de manera recurrente, tengo un interrogante que visita mis momentos de “ensimismación” ¿Cómo hago para que comprendan? ¿Cómo me hago entender? ¿Qué estrategias utilizar para lograr el mejor nivel de comprensión? Inicia entonces mi inquietud por comenzar una investigación.

En esencia, los y las estudiantes son seres humanos, vienen de algún lado, de alguna parte, tienen pasado y en su pasado otro pasado, sueñan, sienten y vive como yo. Debo iniciar en algún lado: ¿cómo piensan? ¿Qué nivel de pensamiento matemático tienen? ¿Cómo viven? ¿De dónde vienen? ¿Qué buscan? ¿Cuáles son sus expectativas hacia mi acompañamiento en matemáticas? ¿Cuál ha sido su experiencia con las matemáticas? Toda una experiencia de vida, toda una idea de confirmar su identidad cognitiva.

Es necesario convivir en los espacios escolares, dejar calar todos esos actos en nuestra vida, de tal manera que como maestros, permitamos que toque nuestra fibra sensible, que seamos reflexivos y transformadores del proceso educativo y por ende el momento social humano.

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