domingo, 24 de agosto de 2008

LA EDUCACIÓN COLOMBIANA “EN TREN DE COMBUSTIBLE POSMODERNO S. G. C.”

“Cuando el niño llega al aula ya es intensamente activo y el cometido
de la educación consiste en tomar a su cargo esta actividad y orientarla”
Jhon Dewey



La implementación de Sistemas de Gestión de Calidad (S. G. C.) en los ambientes educativos ha incorporado una palabra tan sencilla como “Clientes”. El padre de familia y estudiante como receptores de un producto. Desde aquí, y al parecer ignorado por muchos desinteresados por la reflexión de lo educativo (pedagogía), se asume el carácter mercantilista y tecnológico de la educación. Se maneja el conocimiento como un producto que se vende y se compra. La materialización de la formación. El ser como una “cosa”, la escuela como una empresa, los maestros como vendedores de conocimiento y los mal llamados salones como estanterías donde al parecer el maestro cuelga sus productos a vender. ¿Tal es el nivel de deshumanización de la educación que hemos llegado a aceptar este tren atropellante de la posmodernidad, a tal punto de considerar la educación como un artículo que se puede comprar o vender?

Reflexionar en este aspecto llevan a pensar que la educación en Colombia está en deterioro de su calidad. Esto simplemente se siente cuando a cambio de privilegiar espacios para mejorar el desempeño en clase de sus estudiantes, el maestro se ve avocado a la dispendiosa tarea de registrar en un sin fin de formatos, con el único propósito de responder a las exigencias del S. G. C. en sus etapas de Planear, Hacer, Verificar y Actuar (PHVA)[1], perdiéndose el propósito esencial de un ambiente educativo como lo es la Investigación. Claro ejemplo de esto es la norma con respecto a la propiedad del cliente: las evaluaciones, los talleres, cuadernos y todo aquello que pertenezca al “cliente” (estudiante) debe ser diligenciado, de acuerdo al numero 7.5.4 Propiedad del cliente en la norma ISO 9001:2000, en formatos diseñados por la propia empresa, queriendo esto decir que se debe indicar la fecha de recibo de la evaluación, la fecha de entrega, la firma del estudiante, entre otras. Con esto no se niega el potencial que puede ser todo este proceso si las instituciones lo conciben, en primera instancia, como todo un proceso de investigación. Por el contrario, se centra la atención en la consecución de un certificado de calidad y no trasciende a más.

Es frecuente el sentir del maestro comprometido, no por resistencia al cambio, sino por su compromiso humano con la sociedad y su “educere”; de inconformidad y preocupación al estar cumpliendo con requisitos, estadísticas, comparaciones, verificación de metas de calidad cuantificables (que entran en contradicción con el carácter cualitativo de la valoración de la educación actual según decreto 0230 de febrero 11 de 2002), planes de mejoramiento entre otros. En detrimento de la calidad de la educación y por ende del estudiante como sujeto humano educable.

La Enseñanza “... se debe a una disposición de tres cosas: tiempo, objeto y método...”[2] Con el S. G. C. se estandariza, se cuantifica, se crea una “regla para todos”, hasta el punto de convertirla en un método que debe ser siempre registrado, medible y numéricamente esperado. El tiempo que el maestro tiene para observar al estudiante, para establecer las diferencias entre el “antes” y el “después” que le permiten establecer el nivel de aprendizaje, se está agotando en la imperiosa necesidad de medirlos numéricamente. Por un lado la evaluación cualitativa y por otro el S. G. C. cuantitativos. Todo un contraste y contradicción en la educación colombiana, resultado de implementar, como sea, un sistema que ha pasado por varias etapas[3], con pocos registro en ambientes educativos e implementado como estrategia competitiva de una empresa.

“Yo creo que no se puede soñar en obtener el progreso en la instrucción del pueblo mientras no se hayan encontrado formas de enseñanza que hablan del maestro hasta el fin de los estudios elementales, el simple instrumento mecánico de un método que debe sus resultados a la naturaleza de sus procedimientos y no a la habilidad de aquel que los practica”.[4]
Johann Heinrich Pestalozzi

El Estado (administrador racional del conocimiento), sus planes y propuestas educativas ¿están realmente tomando a su cargo esta actividad con fines de orientarla? Llegara el día en que digan que los S. G. C. no fueron la varita mágica para lograr una educación de calidad en Colombia y apuntaran sus miradas a otras alternativas de experiencia extrajera o de imposición comercial, en desconocimiento de una mejor opción: hacer germinar en su propio pueblo la semilla de su potencial humano existente.




[1] Guía para la implementación de la norma ISO 9001:200 en establecimientos de educación formal en los niveles de Preescolar, Básica, Media y en establecimientos de educación no formal. Icontec.
[2] Tomado de: http://uhu.es/cine.educacion/figuraspedagogia/0_comenius.htm
[3] Tomado de : http://www.minproteccionsocial.gov.co/pars/library/documents/docnewsno16246documentno4327.pdf,
[4] Tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Johann_Heinrich_Pestalozzi

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