sábado, 23 de mayo de 2009

La palabra y la comunicación



La “palabra tranquila” como mediación pedagógica para una comunicación resignificante de vida.



"La comunicación es un acto de vida,
la vida es un acto de comunicación
”.

Cuando se pasa por el mundo de manera desapercibida tanto por el que observa como el observado, nos damos cuenta con dificultad que sólo estamos pasando, sin ninguna transformación de él y del transeúnte. El caminar del ser humano, entendido este como todo su interactuar en este mundo de vida, es exquisito en cuanto a mensajes y posibilidades de lectura, de percepción. Como muestra de esto, sólo basta con sentarse a probar un helado y deleitarse con la mixtura de gestos, rostros, comportamientos, formas de vestir, de sentarse, de poco hablar (ya que la calle se ha vuelto un lugar lúgubre de lenguaje humano de palabra y vistoso en cuanto al ruido de la tecnología), de colores, de formas, de tamaños, entre otros.

Esta variedad de comportamientos percibidos ponen en reflexión la relación entre palabra-comunicación.

“Mi amor, mi amor” – le grita una dama que atraviesa el pasillo de entrada-salida de un centro comercial pequeño en Cali-. Me pregunté en ese momento ¿Será que ella no se da cuenta que entre tanta gente hay parejas de esposos, amantes, enamorados que tienen la misma costumbre de llamarse cariñosamente “Mi amor” y que varios de ellos voltearían a mirar para ver quien los llama?. Esperé un momento para encontrar el receptor del mensaje y para mi sorpresa, fue sólo uno.

Pude darme cuenta que la palabra no sólo es palabra debido a lo que representa, sino que también lo es por quien la pronuncia, una conclusión que atraviesa por un sustento de carácter ontológico: la forma como el lenguaje y la comunicación condiciona el comportamiento social, ético y estético en el ser humano. El timbre de voz fue reconocido por sólo uno de ellos quien se dio cuenta que era su esposa quien lo llamaba. Cabe aquí hacer recuerdo de la historia del pájaro carpintero, que sólo deseaba comunicarse, mientras que el pingüino sólo percibía y entendía que lo hacía para mejorar su capacidad de golpear la madera con su habilidoso pico, aptitud que deseaba aprovechar poniéndolo a limpiar jardines[1], para dejar en claro que es necesario cuestionarnos sobre la razón por la cual nos comunicamos por naturaleza.

Ya cuando la calle se transforma en espacios más íntimos como el hogar o el trabajo, nos encontramos con percepciones de lenguaje y comunicación característicos de cada uno. En el hogar, basta con mirar el rostro de la esposa para saber que algo le molesta: unas se enrojecen, otras se apartan y dejan de hablar, otras lo comunican con tranquilidad y otras se enfurecen y hablan en tono alto y sin control. En cuanto a los hijos, el simple hecho de que en la casa haya silencio, es indicador de que algo pasa. La mayoría de las veces los niños están hablando y comunicándose a través del juego, por eso su silencio es algo fuera de lo común. Ni hablar de cuando ellos rompen algo. Con sólo mirarlos uno se da cuenta que han cometido alguna falta. Todo esto es el claro ejemplo que el lenguaje de los gestos es otra forma de comunicarse, un comportamiento que según Desmond Morris, es innato.

Es en la escuela donde concurren las diversas expresiones, formas de comunicación y uso de la palabra. El maestro es por esencia un observador crítico de las dinámicas consecuentes de la relación palabra-comunicación. Un maestro interesado en el desarrollo integral de los educandos, se interesa por la forma como sus estudiantes se comunican entre si y con el mundo de la vida. Ellos llegan a la “cholé”, el lugar de encuentro, que en tiempos de atrás era el simple viaje de la esclava llevando el niño a la escuela, para hacer uso de la palabra y la comunicación, con una intencionalidad clara por parte del maestro, la de resignificar y reconstruir los conocimientos de sus estudiantes y también los suyos.

Las habilidades dialécticas del maestro, entre otras, hacen del encuentro en la escuela un momento realmente significativo. Juegan aquí un papel muy importante las mediaciones pedagógicas, entendidas estas como un acto educativo que permite poner en marcha una acción pedagógica que apunta a fomentar el desarrollo de capacidades cognitivas del estudiante mediante el uso de la palabra, la comunicación y todas las actividades heurísticas que sirvan de plataforma para garantizar el entendimiento del objeto de conocimiento.

Los estudiantes de este presente potencial, están demandando un tipo de acompañamiento educativo que atraviesa por un replanteamiento de las maneras de comunicarse con ellos. Es así como el maestro se ve en la tarea de buscar diferentes maneras de llegarle al educando, para que este aprenda, se eduque (saque de sí), se forme y sea un participante activo de este universo en construcción.
Pone entonces su atención en responder el interrogante de cómo se están comunicando los estudiantes y cómo lo están haciendo con el objeto de conocimiento, en mayor importancia los adolescentes e infantes.
Un claro ejemplo de esto es la manera como la Internet logra captar toda la atención de estos seres (al parecer también la de los adultos). Este medio de comunicación se une al revolcón tecnológico en el cual estamos sumergidos a causa de la telefonía celular.

El hecho de que por medio de estas nuevas tecnologías el estudiante tenga lo que necesita en poco tiempo, ubique a otro en el menor tiempo posible y sin mayor esfuerzo, causa en ellos una actitud de desesperación e impaciencia con todo aquello que requiere de valiosos momentos, que se vuelven importantes no solo por lo que se consigue a través de ellos sino por el tiempo que permanecemos intercambiando la palabra y haciendo uso de la comunicación: “todo lo quieren para ya y con el menor esfuerzo y sin salir de casa”, la inmediatez se vuelve una actitud común en los humanos, además del comportamiento de desespero y soledad que genera, pues tenemos el mundo desde nuestro computador o celular. Consecuencias de esto se pueden ver en las insuficiencias en la enseñanza aprendizaje, ya que es un proceso que requiere de una lógica organizacional pedagógica en donde el tiempo y actitud de paciencia juegan un papel esencial.

En conclusión, la palabra en la comunicación juega un papel vital para la deconstrucción y construcción de significados, así como para la resignificación del mundo de la vida. La familia y la escuela, desde su carácter social, juegan un papel importante en cuanto al fortalecimiento de estas capacidades y habilidades comunicativas. Entender el momento actual de la humanidad y sus implicaciones a la hora de hablar de la palabra y comunicación es de suma importancia para entrar en sincronía con la función vital que tenemos en este universo: preservar la vida y la especie.
[1] TRUJILLO, María Fernanda, Redes y Mediaciones Pedagógicas Capítulo I “Los Urracos”, Lecturas de Apoyo UCM Lic. Matemáticas VIII.

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